En este viejo oficio muchas cosas se siguen haciendo igual que se hacían hace más de cien años. Una no es consciente de ello todo el tiempo, estando constantemente rodeada de herramientas más modernas, nuevas guillotinas y cizallas, la consulta de técnicas en internet y blogs... Hasta que te paras y miras alrededor y ves que aunque tus herramientas estén nuevas, solo son modelos mejorados de otras que en su día revolucionaron el oficio al facilitar las tareas. En aquella época no había internet, ni blogs. Los maestros artesanos pasaban la sabiduría del oficio a sus aprendices con muchísimo secretismo, y algunos ponían por escrito lo que sabían y creaban verdaderas joyas de manuales que dejaban constancia de técnicas, herramientas y el arte con el que se hacían los libros hace más de cien años. Es el caso de "El manual completo del encuadernador" de M. Sabrel, editado por primera vez en 1883.
Gracias a Cristina, una compañera de clase, por un precio ridículo conseguí una reproducción del manual, un facsímil de la edición de 1911, en la librería París-Valencia. Cuando lo hojeas no puedes evitar sonreír al ver formulas magistrales para tinturas con ingredientes que hoy día nos costaría encontrar en las droguerías, y grabados de herramientas y maquinaria anterior a la revolución industrial. No hay demasiados manuales sobre encuadernación tradicional, y este es uno de los que cualquier encuadernador querría tener en sus estanterías. Por eso decidí encuadernar mi facsímil como se merecía un libro sobre encuadernación. En piel de cabra con un suave relieve de una prensa de notario, y el titulo y los nervios dorados.
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